Esta tarde, mientras jugaban en el parque con su amigo Malick, Tina y Leo han escuchado cómo dos señoras que pasaban por allí han comentado: “¡Qué bien! Los niños blancos y los negros jugando juntos”.
Tina y Leo no han entendido qué querían decir, y al llegar a casa se lo han preguntado a su ama.
- ¿Por qué nos han dicho eso? Malick no es negro. Como mucho es marrón, como el chocolate. ¡Y nosotros no somos blancos!, ha dicho Tina.
- La leche sí es blanca, ha continuado Leo. Pero mira mi brazo: no es del mismo color que la leche.
- Tenéis razón chicos, les ha explicado ama. Lo que ocurre es que, a veces, el color no es lo más importante, no es lo que define las cosas. ¡Y mucho menos a las personas! Ahora lo entenderéis.
Ama ha encendido el ordenador y en la pantalla han aparecido las fotos de las vacaciones de verano en la playa. “Fijaos bien en el mar”, les ha pedido.
Los días de sol el mar se veía azul claro, muy claro, casi verde. Pero durante dos días, Tina y Leo no pudieron ir a la playa porque llovía. En las imágenes, el mar aparecía de un azul mucho más oscuro. “Cambia el color, pero sigue siendo el mar”.
“Como bien habéis dicho, ni vosotros sois blancos, ni Malick es negro”, ha continuado ama. “Todos sois niños de color piel. Malick tiene la piel un poco más oscura, vosotros un poco más clara. Como en el mar, el color puede cambiar. Pero el mar es siempre el mar, y vosotros sois todos niños. ¡Niños muy divertidos a los que les encanta jugar!”
Ilustración: Ana del Arenal
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