Mostrando entradas con la etiqueta cuentos cortos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cuentos cortos. Mostrar todas las entradas

¡YA ES PRIMAVERA!

Cuento breve de los niños Tina y Leo que descubren la primavera
Dibujo: Ana del Arenal

Después de desayunar, Tina y Leo han salido al jardín con papá. “¡Mirad chicos, la primavera ha llegado!”. Los mellizos han mirado con cara de sorpresa a su papá.


“Fijaos en ese árbol. En otoño, se le cayeron las hojas. ¿Os acordáis de que el jardín estaba entonces lleno de hojas secas? Durante todo el invierno, solo veíamos sus ramas. Y ahora, si os fijáis bien, veréis que le empiezan a crecer hojas nuevas. Es así porque ya ha llegado la primavera”, ha explicado papá.

Tina y Leo se han acercado para verlo bien. “¡Es verdad!”, ha dicho Leo, “Puedo ver hojas pequeñas y verdes en las ramas”.

“Y no es solo eso”, ha continuado papá. “Fijaos bien en la hierba: ¡se está llenando de margaritas! También en primavera nacen nuevas flores”.

Después de la primavera vendrá el verano, luego el otoño seguido del invierno, y de nuevo la primavera. Son las estaciones del año. Papá ha explicado a los mellizos que pasan una tras otra y que son muy importantes para la naturaleza. “Los árboles, las flores, los animales… se van guiando por las estaciones. También los niños”.

“¿Los niños?”, ha preguntado Leo.

“Claro”, ha contestado papá. “Ha llegado la primavera y con ella… ¡vosotros podéis guardar la bufanda y los guantes hasta el próximo año!”.  

Otros cuentos breves de Tina y Leo que te encantarán:

La mariquita sin manchas


Cuento infantil de una mariquita sin manchas
Dibujo: Ana del Arenal


La mariquita sin manchas era muy conocida en el jardín, aunque a veces se equivocaban y decían que era un escarabajo rojo. 


Ella tenía que repetir una y otra vez “¡No soy un escarabajo! ¡Soy una mariquita sin manchas! ¡pero mariquita como el resto de las mariquitas!”.  Y mientras lo decía, pensaba “¡cómo me gustaría tener manchas para que no dijeran que parezco un escarabajo rojo!”


Y la verdad es que esta mariquita había realizado numerosos intentos para ponerse unas manchas. Pero ninguno había funcionado: si se las pintaba, cuando llovía se borraban; si se las pegaba, cuando se bañaba en el río se despegaban; si se ponía una camiseta con manchas, pasaba demasiado calor…

Un día ocurrió algo asombroso. Cuando por la mañana se despertó, se miró en el espejo y observó unas pequeñas manchas que le estaban creciendo en su caparazón. Eran unos pequeños puntos negros. “¡Genial! Tengo manchas como el resto de las mariquitas”, pensó contenta.

Sin embargo, cuando fue a jugar sintió algo extraño, hasta ahora todos los bichos del jardín le reconocían sin problema pues ¡era la única mariquita sin manchas! Pero ahora nadie la encontraba y la confundían con el resto de mariquitas. Hasta el ciempiés se acercó a ella para preguntarle si había visto a la mariquita sin manchas. Y ella le respondió “¡si soy yo!” Pero el ciempiés no le creyó al verle los pequeños puntos negros que tenía su caparazón.

Así que la mariquita decidió que quería ser como antes para que sus amigos le reconocieran. Se pasó una semana entera intentando limpiarse con jabón las manchas que le estaban saliendo. Y tanto tanto lo intentó que al final lo consiguió, y volvió a ser la mariquita sin manchas a la que confundían con un escarabajo rojo. Pero ahora ella respondía “no soy un escarabajo, soy una mariquita original y única, ¡soy la mariquita sin manchas!”

Otros cuentos infantiles de animales que te gustarán:





Un viaje en tren


La aventura de Tina y Leo en su primer viaje en tren
Dibujo: Ana del Arenal


Tina y Leo van a ir esta tarde con papá y mamá a visitar a la abuela. Como el coche está en el taller, han decidido ir en tren. ¡En tren! Esta vez el perro Atila tendrá que quedarse en casa, pero los mellizos están muy emocionados con el viaje.


Así que después de comer han salido todos rumbo a la estación. Una vez allí, mamá ha comprado los billetes y los ha repartido para que cada uno tuviera el suyo. “Ahora tenéis que meterlo en esas máquinas para que se abran las puertas y podáis pasar al andén”.

Primero ha pasado papá, después Tina y Leo y por último mamá. ¡Ya estaban dentro! ¡Cuántos trenes! Como han ido con tiempo, han podido pasear un rato para verlos. Cuando se ha acercado la hora, han buscado su tren y han subido. Tina y Leo querían sentarse en la ventana para poder ver bien el paisaje, así que papá y mamá se han sentado junto a ellos, en el pasillo.

Y de repente… ¡piiiiiiii!!

          - ¿Qué pasa?, ha preguntado Tina
          - Ese sonido significa que estamos a punto de marcharnos, ha explicado mamá.
          - ¡Bien!, han gritado juntos Tina y Leo.

El tren ha arrancado. Al principio, despacio. Desde la ventana Tina y Leo han visto cómo iban dejando la estación atrás. Y primero poco a poco, luego cada vez más rápido, hasta que los árboles desfilaban a toda velocidad. De pronto, todo se ha puesto oscuro y había mucho ruido. Leo se ha asustado.

          - Papá, ¿qué pasa? ¡Tengo miedo!
          - No te preocupes, Leo, le ha calmado papá. ¡Es sólo un túnel! Enseguida saldremos y veréis de nuevo el paisaje.

Y así ha sido. Tina y Leo han vuelto a ver árboles, casas y vacas por la ventana durante un buen rato. Hasta que… ¡ha llegado otro túnel! Otra vez estaba todo oscuro y se oía mucho ruido. Pero esta vez Leo ya sabía que era un túnel y no se ha asustado.
Así, entre túnel y túnel, han llegado al final del viaje. Y ahí, en la estación, ¿a quién han visto por la ventana? ¡A su abuelita, que había ido a buscarles!

Otros cuentos de los mellizos Tina y Leo que te van a gustar:
Un paseo en bici
¿Qué día es hoy?
De visita al zoo

El osito que descubrió la nieve


Tierna historia de la mamá osa y el osito un día de nieve
Dibujo: Ana del Arenal
Había una vez un osito que vivía en una pequeña cueva con la mamá osa y el papa oso. Cuando empezaba el invierno el osito y su familia hibernaban en la cueva, durmiendo los días de nieve y frío, para despertarse en primavera con los primeros rayos del sol. 

Antes de cerrar los ojos, el osito siempre le decía a su mamá que le gustaría ver la nieve de cerca. Pero no era posible, porque en los meses que helaba, su familia se resguardaba en la cueva y no salía de ella hasta que fuera comenzaba el calor. 

Pero el día de su quinto cumpleaños, cuando el invierno ya había terminado, la mamá osa quiso darle una sorpresa y hacerle ver la nieve, pero una nieve especial. Por eso, mamá osa compró muchos sacos de harina y les pidió a los pájaros que la desparramaran por todo el bosque. 

Y así, cuando el osito se despertó la mañana de su cumpleaños, vio las copas de los árboles, la hierba y las montañas, cubiertas de una hermosa capa blanca que parecía nieve. 

Corriendo fue a contárselo a su mamá… y su mamá le dijo que además era una nieve especial con la que se podían hacer riquísimos pasteles. Y con un puñado de esa nieve, unos huevos y algo de leche, le hizo el mejor pastel de cumpleaños que jamás había tenido el osito.



La carta a los Reyes Magos

(Con los dibujos del baúl hemos preparado varios modelos de cartas. Puedes descargarte desde aquí la carta a los Reyes Magos, la carta a Papá Noel o la carta a Olentzero. Más modelos al final del cuento).

Tina y Leo escriben la carta a los Reyes Magos con su lista de regalos
Dibujo: Ana del Arenal


¡Por fin ha llegado el día! Esta tarde, los mellizos Tina y Leo escribirán la carta a los Reyes Magos. Durante las últimas semanas han hecho un esfuerzo especial por portarse bien y que sus majestades de oriente les traigan los regalos que van a pedir.

“Recordad que podéis pedir tres cosas cada uno. Los Reyes Magos tienen que llevar regalos a todos y si pedís muchas cosas los pobres camellos no podrán con todo”, ha dicho mamá. “En cuanto terminéis, papá tiene una sorpresa para vosotros”.

Tina y Leo han preparado cuidadosamente sus cartas. Cuando papá ha entrado en el salón, llevaba tantas cajas en los brazos que sólo se le veían los ojos y la punta de la nariz. Los mellizos le han mirado, divertidos.

          - Vamos, no os quedéis ahí. Ayudadme a dejar las cajas en el suelo. Aquí están todos los adornos navideños. ¡Hoy la Navidad va a entrar en esta casa!

Enseguida han comenzado a abrir las cajas. Bolas grandes y pequeñas, guirnaldas de colores, velas estrechitas y velas gordísimas, papanoeles gordinflones… ¡Cuántas cosas!

Mientras Tina y Leo vaciaban las cajas, papá y mamá han sacado el árbol para adornarlo entre todos. Una bola por aquí, una campana por allí… ¡Hasta Atila, el perro, ha colaborado empujando las bolas con el hocico! Para terminar, en lo más alto, la estrella fugaz.

¡La Navidad se acerca!

Con los dibujos del baúl hemos preparado varios modelos de cartas a los Reyes Magos que te puedes descargar desde aquí:
carta a los Reyes Magos (modelo 1)
- carta a los Reyes Magos (modelo 2)
- carta a Papá Noel (modelo 1)
- carta a Papá Noel (modelo 2)
carta a Olentzero (modelo 1)
- carta a Olentzero (modelo 2)

Ya ha llegado el otoño

(También disponible como audiocuento)

Cuento para niños sobre la llegada del otoño en casa de Tina y Leo
Atila, el perro de Tina y Leo, está jugando en el jardín con las hojas secas que se han caído del árbol que hay en un rincón.

- ¿Por qué se le caen las hojas al árbol?, ha preguntado Tina.

“Porque ya estamos en otoño”, ha contestado mamá. Entonces, papá ha tenido una gran idea. “¡Deberíamos organizar una excursión al bosque esta tarde! Esa será la mejor manera de que veáis que ha llegado el otoño”.

Después de comer, todos se han puesto sus deportivas para dar un paseo por el bosque. ¡Cuántas cosas han encontrado por el camino! Papá y mamá llevaban cada uno una cesta. En una de ellas, han ido recogiendo hojas de todos los tamaños y colores: hojas marrones, amarillas y rojas, hojas enormes y hojas pequeñitas. Atila se lo ha pasado en grande corriendo sobre las hojas secas. ¡Qué ruido hacía! En la otra cesta han guardado ramas secas, bellotas y castañas.

De vuelta a casa, mamá les ha explicado que en esta época del año muchos árboles pierden sus hojas, se llaman árboles de hoja caduca. “Empiezan cambiando de color y poco a poco van cayendo. Como si fuese un jersey que ha quedado viejo y pequeño, y ya no sirve. Los árboles se quitan ese jersey de hojas durante el otoño y durante el invierno se preparan para el jersey nuevo que crecerá en primavera y durará todo el verano”.

Entre todos, han colocado las hojas, las ramas, las castañas y las bellotas en la mesa de la entrada. Un bonito adorno para recordar que ya ha llegado el otoño.

Ilustración: Ana del Arenal

EL OSO PANDA MÚSICO

(También disponible como audiocuento)




Cuento sobre un oso panda que quería ser músico
Dibujo: Ana del Arenal

Bombom era un oso panda que vivía en los montes de China, y que disfrutaba un montón comiendo bambú y tocando un pequeño tambor que un tío lejano suyo le había regalado.


Un día, su tambor, de tanto tocar, se rompió. Se hizo un enorme agujero y dejó de sonar. Por eso Bombom estaba triste. En cambio, el resto de los animales del monte estaban contentos, ¡por fin podrían oír los sonidos que habitualmente hay en la naturaleza! Como el piar de los pájaros o el aullido del lobo, en lugar del horrible tambor.

Bombom sin embargo ya no era el mismo, casi no corría ni jugaba con ellos. Se pasaba el día intentando hacer sonar de nuevo su roto tambor.

No podía seguir así. Estaba claro que había que pensar una idea para que se sintiera de nuevo contento. Y a sus amigos se les ocurrió inventar un nuevo instrumento. Pero uno especial que tuviera un sonido dulce.

Y con un bambú construyeron una bonita flauta.

¿Y qué pasó? Que cuando Bombom la vio, se puso muy contento ¡por fin podía de nuevo hacer sonar un instrumento! Pero cuando se lo acercó a su boca, sintió su rico olor a bambú, y se lo comió. ¡Y de nuevo se quedó sin instrumento!



Lee cuando quieras este cuento infantil sobre un oso panda


Tina, Leo y los huevos de Pascua


Tina y Leo se divierten pintando huevos de Pascua
Dibujo: Ana del Arenal

¡Por fin ha llegado Pascua! A Tina y Leo les gusta mucho esta fiesta. Empiezan pintando los huevos para decorar la casa y después buscan los huevos de chocolate que papá y mamá esconden en el jardín… ¡y que están buenísimos!


Así que se han puesto las batas del cole y han cogido un pincel cada uno. Tina ha empezado a pintar un huevo rojo con puntos verdes, Leo uno amarillo con rayas naranjas… Papá y mamá les han ayudado. Después de un rato de pintura, tenían un montón de huevos!

Una vez que la pintura se ha secado, los han colocado por toda la casa. ¡Qué bonito ha quedado toda llena de colores!

Entonces ha llegado el momento de comenzar con la parte más dulce de la fiesta.

          - ¿Queréis huevos de chocolate?, ha preguntado papá
          - ¡Síííí! ¡Síííí!, han gritado los mellizos.
          - Tenéis cuatro huevos cada uno, todos escondidos en el jardín. ¡Que empiece la búsqueda!

Tina y Leo han comenzado a revisar locos de emoción cada rincón de jardín. Y han ido encontrando un huevo… dos huevos… Al cabo de un rato tenían tres huevos cada uno, pero ni rastro de los que faltaban. “Creo que necesitáis que Atila os eche una mano”, ha sugerido papá.

“¿Pero dónde está Atila?”, ha preguntado Leo.

“¡Se está comiendo los huevos!”, ha gritado Tina.

Ahí estaba Atila, al fondo del jardín, relamiéndose y con los bigotes llenos de chocolate. Los mellizos han corrido hacia él y Atila ha empezado a jugar con ellos. ¡Han acabado todos llenos de chocolate!


Descarga para leer cuando quieras este cuento de Pascua de Tina y Leo

Los tres cerditos y el lodo


Cuento de tres cerditos que se divierten en el barro
Dibujo: Ana del Arenal

Eran tres hermanos cerditos a quienes les gustaba mucho ir a la escuela. Tenían cada uno una mochila preciosa con su nombre, en la que guardaban su estuche, el cuaderno y un libro de lectura.

Se levantaban muy temprano por la mañana para desayunar una manzana muy madura, casi casi pocha, y un buen vaso de leche que bebían con una pajita haciendo mucho ruido.

Un día, volviendo de la escuela, pasaron delante de un gran charco lleno de lodo. Con lo que les gustaba a ellos bañarse en el lodo, no lo dudaron, se quitaron las mochilas y saltaron al charco, a la de una, a las dos y a las tres. Jugaron durante horas y horas, manchándose de lodo.

Cuando empezó a atardecer y casi ya no quedaba lodo en el charco, se dieron cuenta de que se había hecho muy tarde y de que sus padres estarían preocupados en casa esperándoles. Debían de pensar en alguna excusa para explicar porqué llegaban tan tarde.

Por el camino fueron discutiendo. El mayor decía que podían inventarse que les había entretenido un lobo por el camino, el mediano que  se había roto el puente por el que siempre pasaban para llegar a casa y el pequeño dijo que lo mejor era decir la verdad.

Y cuando llegaron a casa, sin pensarlo, les contaron a sus padres lo bien que se lo habían pasado jugando en el lodo y que por eso se les había hecho tarde. Y como al papa cerdo y a la mamá cerda también les encantaba el lodo, les preguntaron dónde estaba ese hermoso charco ¡para ir todos juntos a darse un chapuzón!

Otros cuentos infantiles de animales que te gustarán:
Los erizos colorados
El zorro aviador
Las ranas raperas




De charco en charco

También disponible como audiocuento.
Los niños Tina y Leo se divierten saltando entre charcos

Hoy ha llovido todo el día. Como siempre, mamá esperaba a Tina y Leo en la parada del autobús. Leo ha sido el primero en bajar. No se ha dado cuenta de que había un gran charco justo donde terminaba la escalerilla y… ¡plas! ¡Ha metido todo el pie en el agua! Se le ha mojado el zapato, el calcetín… hasta un buen trozo de pantalón estaba empapado.

A Tina le ha parecido de lo más divertido. Como bajaba justo detrás de Leo, en cuanto mamá le ha ayudado a Leo a salir del charco, Tina ha saltado sobre él. ¡Cómo ha salpicado el agua! También se ha mojado los pies. Pero a mamá no le ha parecido tan divertido.

-          Tina, lo de Leo ha sido una faena, pero no se ha dado cuenta. Pero tú te has mojado a propósito… tendremos que ir a casa a cambiaros de ropa, porque si no cogeréis un buen resfriado.

Al llegar a casa, mamá les ha quitado la ropa que estaba mojada y les ha puesto el chubasquero, el gorro y las botas de lluvia. “Ya sé que os encanta saltar en los charcos, chicos, pero es mejor que lo hagáis cuando estéis bien equipados. ¡Como ahora!”, ha dicho mamá. Y Tina y Leo han salido a la calle para saltar de charco en charco.

Ilustración: Ana del Arenal

Escucha este cuento
Imprime este cuento

¡Feliz cumpleaños, Tina y Leo!

Celebración de un cumpleaños infantil

Hoy es un día muy especial, ¡es el cumpleaños de Tina y Leo! Los mellizos, un poco nerviosos, no han podido dormir la siesta y han ayudado a papá y mamá con los preparativos para la fiesta. Han colocado globos de colores por toda la casa, han colocado la merienda sobre la mesa… han estado muy ocupados hasta dejarlo todo listo.

No han tardado demasiado en llegar los invitados: la abuelita, la tía Marta y el tío Luis con Pablo, su primito pequeño, y David y Nicolás, los niños que viven en la casa de al lado.

Los niños han salido un rato a jugar al jardín. Cuando mamá y papá les han llamado para merendar, uno de los sillones del salón estaba lleno de regalos.

          - ¡Cuántos paquetes!, ha exclamado Tina muy contenta
          - Son los regalos que os han traído para celebrar vuestro cumpleaños.

Mientras Tina y Leo abrían los regalos, muy emocionados, David y Nicolás les miraban desde una esquina. Leo se ha dado cuenta de que se aburrían un poco y les ha dicho: “¿Por qué no nos ayudáis a abrir los regalos?”.

          - ¡Vaya!, ha comentado entonces mamá, ¡Es una idea buenísima Leo! Las cosas buenas, compartidas con los amigos, son aún mejores!

Todos muy contentos, se han puesto a merendar. Después, mamá y papá han traído una enorme tarta de chocolate con las velas encendidas. Han cantado “cumpleaños feliz”, han soplado las velas y han comido un buen trozo de tarta.

Y con las barrigas bien llenas… ¡se han puesto a jugar con todos sus nuevos juguetes!

Ilustración: Ana del Arenal

Imprime este cuento

La cebra pintora

Cuento de una cebra con rayas de colores
Dibujo: Ana del Arenal

Había una cebra muy alegre que todas las mañanas se pintaba sus rayas de los colores del arcoíris. Decía que no quería ser una cebra triste, blanca y negra, que quería ser alegre y bonita como el arcoíris. Así que después de desayunar, con mucha paciencia, pintaba una a una sus rayas de amarillo, naranja, verde, azul, morado…


Y por la noche, antes de irse a dormir, se daba un baño largo en el río para quitarse la pintura, y recuperar sus colores blanco y negro.

Una noche, su amiga la liebre le vio mientras se bañaba y descubrió que su amiga en realidad no tenía rayas de colores.

-¿Y por qué te pintas las rayas?
-Porque quiero ser bonita como el arcoiris y no aburrida como el blanco y el negro.
-Estás confundida, el blanco y el negro son también colores bonitos. Mira lo dulce que es la música de un piano con sus teclas blancas y negras, o cómo ilumina la luz blanca de la luna llena, o lo divertida que es la chistera negra del mago, o la nieve blanca ¡y el chocolate negro!

Lo que le dijo su amiga la liebre le dio qué pensar a la cebra. Realmente había cosas blancas y negras que eran hermosas. Y si ella tenía rayas blancas y negras también podía serlo. Así que decidió dejar de pintarse y ser blanca y negra y ¡llamarse la cebra piano!, porque su piel se parecía al teclado de un piano. Y tanto le gustó la idea que hasta se pintó algunos de sus dientes de color negro. Y su amiga la liebre le decía:

- ¡Está claro que lo que tú querías era pintarte de todas formas! ¡en lugar de la cebra piano, te deberías de llamar la cebra pintora!

Lee cuando quieras este cuento infantil sobre una cebra

La jirafa con dolor de garganta

Cuento de la jirafa
Había comenzado el invierno en la selva, y el frío hacía que los animales se resguardaran en sus cuevas. Todos menos la jirafa, que era muy juguetona y le encantaba salir a comer las hojas más altas de los árboles. 

Y salió el lunes, el martes y el miércoles. Pero el jueves se notaba cansada y le empezaba a doler la garganta. Su largo cuello se había mojado demasiado con el viento y la lluvia del invierno y se había enfriado. ¡Hasta llegó a tener un poco de fiebre! Así que descansó en su cueva durante dos semanas, hasta que se curó del todo.

Pero durante esos días su abuela jirafa le enseñó a tejer, y así, antes de salir de nuevo a jugar, pudo hacerse una enorme bufanda para proteger su largo cuello del frío. Pero no fue suficiente, tuvo que tejer una segunda,  y luego una tercera… ¡hasta 4 bufandas! Y le quedaron tan bonitas que el resto de jirafas le pidieron que les tejiera también a ellas unas bufandas de muchos colores para protegerse del frío.


Ilustración: Ana del Arenal
Lee cuando quieras este cuento infantil sobre una jirafa

¡Halloween!





Tina y Leo hacen una fiesta de Halloween



Los mellizos Tina y Leo han decorado la casa para celebrar Halloween. Una gran calabaza en la entrada y fantasmas y monstruos colgados por todas partes. Cada Halloween, papá cuenta historias terroríficas para asustarles. Este año, han planeado con la ayuda de mamá asustarle ellos a él.
Tina se ha puesto un disfraz de bruja y Leo se ha convertido en fantasma gracias a una sábana. Se han escondido, esperando a que volviera del trabajo. Cuando papá ha abierto la puerta de casa Leo ha salido de detrás del perchero.
          - ¡Uuuuuuh!
¡Qué susto! Papá incluso ha dado un pequeño grito y ha tenido que sentarse en el sillón para recuperarse. Y justo entonces, Tina ha aparecido tras el sillón.
          - ¡Uuuuuuh!
¡Otro susto! “Pero bueno, ha exclamado papá, ¡si tenemos una bruja y un fantasma en casa!”.
          - ¡Papá! ¡Somos nosotros, Tina y Leo!
Y todos se han echado a reír. Tina y Leo han corrido a la cocina a contarle a mamá lo terroríficos que habían sido y…
          - ¡Uuuuuuh!
Papá estaba detrás de la puerta de la cocina. ¡Vaya susto!
Tanto susto les ha dado hambre… Así que se han sentado a la mesa a tomar una deliciosa merienda de Halloween. “¡Papá, queremos oír una historia de terror!”
Ilustración: Ana del Arenal

Imprime este cuento

Audiocuento: ¡A llenar el carro de la compra!

Puedes escuchar aquí el cuento ¡A llenar el carro de la compra!
El resto de audiocuentos están disponibles aquí.


Mamá ha metido a Tina y Leo en el carrito y han entrado al supermercado para hacer la compra semanal. Los dos mellizos disfrutan de lo lindo ayudando a escoger la fruta o metiendo los paquetes de comida en el carro.

Han comprado leche, yogures, manzanas, pasta de dientes, champú… Mamá les acerca con el carro a la estantería y les dice lo que tienen que coger. Así hasta que Tina ha tenido una idea:

- Mamá, ahora ya somos mayores. ¿Podemos salir del carrito e ir andando?
- Está bien. Pero no os separéis de mí.

Todo ha ido bien al principio. Aunque no llegaban a las estanterías más altas, Tina y Leo han ayudado a mamá a coger los productos que estaban en las estanterías de abajo.

Hasta que mamá ha ayudado a Tina a coger un paquete de papel higiénico. Mientras lo guardaban junto al resto de la compra… ¡Leo ha desaparecido!

- ¡Leo! ¡Leo!, llamaban Mamá y Tina mientras le buscaban por los diferentes pasillos. Pero Leo no aparecía.

Las dos estaban cada vez más preocupadas, hasta que se ha oído un mensaje a través de los altavoces:“Un niño de rizos llamado Leo ha perdido a su mamá y la está esperando en la entrada del supermercado”.

¡Menos mal! Mamá y Tina han ido corriendo a buscarle. Allí estaba el pobre Leo, un poco asustado. ¡Qué contento se ha puesto al verlas! “Pero Leo…¿no te dije que no te separaras de mí?”, ha preguntado mamá.

- Mamá, ¿y el carro?, ha preguntado ya más tranquilo.

- El carro!, ha exclamado mamá. Nos lo hemos olvidado. Vamos a ir a buscarlo ahora mismo… ¡pero esta vez iremos de la mano!

Ilustración: Ana del Arenal

Escucha este cuento
Lee cuando quieras este cuento infantil de Tina y Leo en el supermercado


Audiocuento: El cocodrilo enamorado

Puedes escuchar aquí el cuento El cocodrilo enamorado.
El resto de audiocuentos están disponibles aquí.


Coco era un cocodrilo verde y vago que se pasaba los días en el lago. Cada día que pasaba se aburría más. Miraba con envidia a la tortuga que vivía en la orilla de enfrente y que se ganaba la vida transportando de un lado a otro del lago a conejos, caracoles y gusanos. La tortuga movía rápidamente su cola y atravesaba a toda velocidad las aguas al tiempo que imitaba el ruido de un motor.
-Bruuuummmm
-Parece que la tortuga se divierte a pesar de estar trabajando- pensaba el cocodrilo.
A él eso de trabajar no le parecía divertido. Prefería aburrirse. Aunque significara estar siempre solo, sin amigos y sin hablar ni reír con nadie.
Hasta que una tarde llegó al lago una cocodrila nueva. Coco enseguida se enamoró de ella y la quiso impresionar. 
-Me pondré a trabajar, haré amigos y ella también querrá ser amiga mía.
Y empezó a transportar animales de un lado a otro del lago. Acordó con la tortuga que él lo haría los días de lluvia. Así los animales estarían a cubierto en su enorme boca y los días de sol él descansaría. ¡Y descubrió que sí era divertido trabajar sobre todo porque se hizo un montón de amigos que le contaban historias geniales! Y además, la cocodrila nueva se acercó a él para que le explicara cómo se podía trabajar en ese lago y para que le presentara a sus amigos.

Y acabaron por enamorarse. Y Coco el cocodrilo continuó divirtiéndose y olvidó la época en la que le gustaba aburrirse y no trabajar.

Ilustración: Ana del Arenal

Audiocuentos en El Bául de los Cuentos


¿Qué os parece este bonito diseño que ha hecho Nazaret León para nuestro blog? Es la mejor forma para recordaros que todos los domingos podéis oir las historias del bául en Radio Euskadi.

Si no os va bien el horario, que ya conocemos nuestras/vuestras vidas ocupadísimas, podéis descargar directamente los audiocuentos en nuestra sección Audiocuentos.

¡Atent@s que empieza!

Los huevos de Pascua para colorear

Dibujo para colorear de huevos de Pascua
Ya llega la semana de Pascua y en El Bául de los Cuentos lo celebramos con esta lámina para colorear de Pascua. Tina y Leo ya lo están haciendo, te lo contamos en esta divetida historia de "Tina, Leo y los huevos de Pascua"

Audiocuento: un pingüino vegetariano poco serio

Puedes escuchar aquí el cuento Un pingüino vegetariano poco serio.
El resto de audiocuentos están disponibles aquí.

cuentos infantiles

BRRR era un pingüino que vivía en una región polar y al que le encantaba comer los peces que su mamá y papá pescaban para él.

Un día, BRRR decidió que ya era mayor y que iba a ser él quien pescara sus propios peces. Pero a pesar de intentarlo varias veces, no lo consiguió. Sus alas aún eran demasiado pequeñas para moverse con rapidez y poder pescar. Así que tomó una decisión. “Me hago vegetariano”, se dijo, “y a partir de ahora no comeré carne de ningún pez. Plantaré una huerta con tomates y lechuga para hacerme una rica ensalada todas las mañanas”.

A todos los pingüinos les gustaba ver cómo BRRR cogía la regadera y hacía como que regaba las semillas en su huerta. Pero, en realidad en su regadera nunca había agua, porque BRRR ponía sus tomates y lechugas en los charcos que había en el suelo congelado. ¡Y no les hacía falta más agua!

Los días pasaban y las semillas nunca llegaban a crecer. Además BRRR empezaba a tener unas ganas enormes de comer un buen pescado. Así que decidió volver a intentar pescar y muy temprano por las mañanas empezó a entrenarse.

Después de sólo una semana de entrenamiento lo consiguió. ¡Aprendió a pescar él solo!

Estaba tan contento que lo celebró comiendo una docena de peces. Y cuando le vieron los otros pingüinos le preguntaron sorprendidos: “¿Pero no habías dicho que eras vegetariano y que no comías carne de pescado”. Y BRRR les contestó saboreando su plato: “No. Decía que era... ¡¡¡pecetariano!!! Y eso significa que te gusta muuucho el pescado”. Los pingüinos reían con las ocurrencias de BRRR que no sabía qué inventar para poder comer el pescado que tanto le seguía gustando.

Ilustración: Ana del Arenal

Las ranas raperas

Cuento de las ranas que cantaban rap


Eran tres hermanas ranas verdes que se aburrían en su charca. Cada mañana cuando se despertaban repetían “me aburro, me aburro”, y se ponían a saltar de nenúfar en nenúfar hasta que pasaba una mosca y se la comían.

Un día el pato que también vivía en esa charca y que estaba cansado de tanto oír “me aburro, me aburro” les dijo muy enfadado:

-¿Por qué decís todas las mañanas lo mismo? Parece que estáis cantando una canción.

Y en lugar de enfadarse las ranas, les pareció genial la idea que, sin darse cuenta, el pato les había dado.  

-Vamos a cantar. Eso es lo que vamos a hacer para pasarlo bien. Vamos a pensar la letra de una canción y a acompañarla con nuestros saltos ¡Nos vamos a convertir en las tres ranas raperas!

Y se inventaron una animada canción que decía así: “me aburro, me aburro y me compro un burro que como no sabe nadar, no puede venir, a mi charca a jugar”.


Y qué éxito tuvo la canción, y cómo se divertían las tres ranas raperas mientras la cantaban y bailaban. Quien sin embargo no se divertía era el pato, que ahora también estaba harto de que todas las mañanas le despertaran las ranas con la misma canción.

Ilustración: Ana del Arenal
Lee cuando quieras este cuento infantil sobre una rana