Un elefante resfriado y un ratoncito preocupado

Cuento sobre un elefante que era amigo de un ratón

En la selva más lejana del mundo pasean todos los días un pequeño ratoncito y un enorme elefante. El ratoncito va siempre sentado en la trompa del elefante y cuando llega la noche, se tumba y allí se duerme, y si tiene frío se hace una manta con los pelos de la trompa. Al elefante le encanta estar con el ratoncito, es muy gracioso, cuenta muchos chistes y le hace reír.

Una mañana, después de un día de lluvia en el que se habían calado ¡hasta los huesos! el elefante y el ratoncito empezaron su paseo matinal. Pero en seguida el elefante levantó muy alto la trompa  para dejarla caer rápidamente mientras estornudaba AAAACCHIIIISSSSSSS. Y el ratoncito cayó al suelo. Pero el elefante le recogió y le subió de nuevo a su trompa. Y siguieron paseando. Cinco minutos después volvió otro estornudo y el ratoncito acabó en el suelo de nuevo. El elefante le sentó rápidamente en la trompa, y le preguntó si se había hecho daño. Y siguieron paseando, pero después de otros cinco minutos AAAACHIIISSSSSS ¡otro estornudo del elefante! Y esta vez el ratoncito preocupado le dijo “¡no puedo volver a sentarme en tu trompa hasta que no se te pase el resfriado y dejes de estornudar!”

Entre los dos decidieron pedir consejo al zorro, el animal más listo de la selva. “La solución es fácil”, dijo el zorro, “el elefante debe de descansar, nada de paseos, y debe de beber mucha agua del río para que se le pase el resfriado”. Y el elefante así lo hizo, y en dos días dejó de estornudar.

Aunque, el ratoncito, pensando en que podía volver a resfriarse el elefante, decidió comprarle un regalo sorpresa ¡un impermeable! Si se lo ponía los días de lluvia, el elefante no volvería a resfriarse ni a estornudar y podría ir montado en su trompa sin peligro de caerse ¡Qué contento se iba a poner el elefante! ¡además había pensado un montón de chistes nuevos para todos los paseos que iban a dar!

Ilustración: Ana del Arenal



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