En un gran bosque vivía un león rodeado de
caracoles, mariquitas, mariposas y otros pequeños animalillos. El león, que por
naturaleza debería de devorar grandes animales como cebras o antílopes, llenaba
su estómago con esos animalillos. Como
primer plato engullía 10 caracoles, de segundo 40 lombrices y de postre tres
ricas ranas. Pero claro ¡siempre le
parecía poco y se quedaba con
hambre!
-Eres un glotón- le decía siempre su amigo el
petirrojo.
-¡Cállate o te devoro!- le respondía
hambriento el león.
Al león le rugían las tripas de hambre y
empezaba a preocuparse porque si seguía así iba a acabar por comer a todos los
animalillos del bosque, incluidos sus amigos.
Así que un buen día decidió irse de viaje a la
selva más cercana, donde habitaban animales un poco más grandes y sabrosos con
el fin de invitarles a vivir en su bosque, y así poder comerlos más tarde. Cuando llegó a la primera selva invitó a 3 búfalos, 10 cebras
y 7 ñus a su bosque. Todos
aceptaron la invitación. Lo que no sabían es que el león les había engañado,
porque les iba a comer.
Pero lo que pasó es que el día que el león quiso
comer la primera cebra, cuando
estaba cerca de ella, le pareció tan grande y tan bonita que no pudo comérsela.
Además vio que la cebra comía ricamente la hierba del bosque, que nunca se
terminaba y que siempre volvía a crecer. Y pensó que él también podría hacerlo ¡comer hierba hasta hartarse! Así que el león hambriento empezó a devorar la hierba, y con
suerte de vez en cuando le tocaba comer un caracol o una serpiente, y comía y
comía hasta que su estómago se llenaba y se podía ir a jugar con sus amigos los
animalillos sin peligro de comérselos.
Ilustración: Ana del Arenal
Lee cuando quieras este cuento infantil sobre un león
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